Manada sangrienta
Ya no quedaban más alternativas, todos en esa sala conocían el destino que les esperaba, la muerte. Pero para un astartes era un momento para el que se habían preparado toda su vida, todos sabían que sucedería y sabían cómo sería, sirviendo al Emperador, no había otra manera. Aún así, había atisbos de rabia en los ojos de esos hombres, después de tanto esfuerzo y tantas muertes no habían podido eliminar al enemigo. Eso era algo que les estaba carcomiendo las entrañas.
Hace dos meses, por azares del destino, dos compañías de diferentes capítulos respondieron a una llamada de auxilio en el sector Galor. Un ataque de la Legión Negra se había producido en el séptimo planeta. Al principio los Lobos Espaciales y los Ángeles Sangrientos no habían trabajado bien juntos. Competían por las batallas y no se ayudaban, pero las bajas se empezaron a acumular. Poco a poco surgió una fraternidad entre ellos que nunca habrían podido imaginar. De los 237 astartes que llegaron solo quedaban 72, pero ahora eran una manada ansiosa de sangre.
La sala de reuniones del crucero de Vigilia de Allwinter parecía vacía, sólo ocupada por algunos marines de armadura gris y roja. Las diferentes armaduras se mezclaban sin ningún tipo de orden. Debajo de una gran estatua de Leman Russ estaba el podio donde varios miembros de alto rango se preparaban para recibir al jefe de esta fuerza de combate, Aeren el lobo de la montaña.
La sala se quedó en silencio cuando Aeren accedió a la sala vestido con su imponente armadura de exterminador. Todos se pusieron firmes mientras él se acercaba al estrado. Detrás le acompañaba su hombre de confianza, Sandro, vistiendo su simple armadura de color azul casi sin ningún adorno a excepción del símbolo de los Ángeles Sangrientos. Juntos caminaron con paso firme evaluando a los hombres de esa sala. Al llegar al escenario, Aeren comenzó su discurso, su voz era áspera y dura, él no permitía que ninguno de esos hombres se echara atrás, nadie dudaría mientras él estuviera al mando.
- Hermanos hoy es un gran día, un día que se recordará durante generaciones, que todos los astartes de cualquier capítulo soñaran con haber estado aquí. Hoy hermanos, emprenderemos la batalla más importante de nuestra vida y en ella os necesito a todos vosotros, cada uno desempeña una tarea fundamental en la que ninguno me podrá fallar.
Aeren miro a los miembros más jóvenes de su manada, les gruño y les enseñó los colmillos. Rápidamente toda la sala respondió a la bravuconería enseñando los dientes y gritando - Nunca, antes la muerte. Entonces Aeren continúo con una voz aún más agresiva.
- Hermanos, realizaremos un ataque fulminante contra la base de nuestro enemigo, la Legión Negra, el castillo de las sombras. Ellos creen que su refugio es inexpugnable pero hoy les vamos a demostrar que están equivocados. Hoy demostraremos que somos los hijos de nuestro amado Emperador, y tened todos seguro que vuestro padre os observa. No debemos fallar, nuestra flaqueza significará la muerte del Imperio y eso no os lo perdonaría.
Miró desafiante a cada uno de los astartes de las primeras filas y ellos le respondieron con la misma firmeza. Entonces se giró y Sandro le entregó un estandarte. El estandarte contaba las hazañas de los hijos de Sanguinius, se veía con facilidad que era un objeto único y de gran importancia. Coronando el estandarte estaba un gran rubí con la forma de la lágrima de los Ángeles Sangrientos. Aeren lo cogió con fuerza y lo levantó, entonces miró a todos los astartes y les dijo:
- Este estandarte, fue forjado por los Ángeles Sangrientos luchando defendiendo los muros de Terra de los traidores hace más de 10000 años. Este estandarte nunca ha tocado el suelo, nunca ha sido manchado con la sangre de un astartes y nunca ha caído en manos del enemigo. Este estandarte habla del sufrimiento de una legión de valientes que no se arrodilló ante los herejes, que fue capaz de defender al Emperador de los más viles ataques y que nunca retrocedió. Este estandarte fue entregado por el Emperador a su hijo Sanguinius; al recibirlo el Primarca hizo el siguiente juramento: “Semper fidelis Semper pulchra, semper honestum, semper stat Imperium semper ad utilitatem”
Aeren dejó que sus ásperas palabras resonaran en la sala y vio como los pocos Ángeles Sangrientos se pusieron de rodillas. Entonces continuó el discurso con un tono lleno de respeto y orgullo.
- Siempre fiel, siempre justo, siempre honorable, siempre al servicio del Imperio y siempre en pie. Hoy ninguno de nosotros traicionará esas palabras, hoy ninguno permitirá que este estandarte se manche de barro. Todos seremos fieles a lo que simboliza y lucharemos por defenderlo. Y si se debe manchar será con la sangre de nuestros odiados enemigos de la Legión Negra. Nuestro Señor nos mira desde el cielo, no le falléis. ¡¡¡¡Por el Imperio!!!!! ¡¡¡¡Por Leman Russ!!! ¡¡¡ Por Sangunius!!!! ¡¡¡¡¡¡Victoria!!!!!
Aeren bajó del estrado portando el estandarte mientras todos los astartes gritaban eufóricos por la victoria. Le dejaron pasar hasta que llego delante de un marine de los Angeles Sangrientos, un hombre viejo, lleno de arrugas y con cientos de canas. Entonces la sala se silenció y Aeren dijo:
- Como no podría ser de otra manera hermano Bruto, el más experimentado de nosotros, el más valiente y fuerte de todos, te doy la carga más dura de todas. Tú portarás el estandarte y encabezarás el ataque. “Ut Imperator docebit vos” (que el Emperador te guíe)
Aeron entregó el estandarte a Bruto, este respondió con el saludo del águila y se dirigió hacia la salida. Todos los astartes le siguieron, la batalla acababa de comenzar. Sandro se acercó a Aeron y vio como todos los astartes salían en dirección a las cápsulas de desembarco. Cuando estaban solos, Sandro se dirigió a Aeron:
- Me sigue sorprendiendo lo que puede hacer un trozo de tela.
Media hora mas tarde las cápsulas de desembarco cubrían todo el cielo, había comenzado el ataque contra la fortaleza de Galor Prime.
Autor: Lamenters (José Antonio Giraldo)
Joder pues es la ostia xD
ResponderEliminarAhí, con objetividad xD
EliminarLa verdad, es que esta muy bien Lamenters.
Grandioso relato!
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