[Trasfondos GT Talavera '13] A solas con el maestro

A SOLAS CON EL MAESTRO

Relato de Transfondo para el ejército de Jaume Tugas

Jaulthran observaba con atención la imponente figura que se erguía en el centro de la estancia.

Rodeado de Árboles de Hueso Espectral que se unían y entrelazaban caprichosamente  hasta atravesar el primer casco del gigantesco Mundo Astronave, Eldrad permanecía inmóvil.

Más alto que los eldars más esbeltos, más fornido también, y de movimientos notablemente  más lentos de lo habitual en los de su raza, Eldradse estaba convirtiendo  en algo más que una entidad física. 

 El cambio resultaba más evidente a cada ciclo que pasaba, puesto que para el ojo atento, era imposible ignorar las enormes dificultades que sufría el cuerpo del Gran Vidente para contener a duras penas el inmenso Poder que latía en su interior. 

Un Poder que era posible sentir aún desde la distancia, aunque su dueño  no realizara gesto alguno.

Ver meditar a su Mentor en la sala central del Circuito Infinito de Ulthwé, el verdadero corazón del Mundo Astronave, provocaba en el asombrado espectador emociones contrapuestas.

Por un lado, Jaulthran sentía rechazo. Su educación en el seno del Imperio le impulsaba a considerar esa sala como un mausoléo antinatural dónde las almas de los eldar muertos campaban a sus anchas junto a los vivos, rodeándolos, observándolos, traspasándolos con sus miradas etéreas, frías y vacías… algo que la mitad humana de su ser encontraba sumamente repugnante, casi insoportable.

Por otro lado, la expresión del rostro de Eldrad era tan pacífica, que inundaba el enorme recinto de una quietud y una calma de las cuales era imposible abstraerse...de hecho, tal vez la expresión del Faro de Ulthwé se debiera a que Él no negaba esa quietud sobrenatural, sino que se abandonaba a esa sensación y la aceptaba como propia, fundiéndose en Uno con el Circuito y permitiendo a todos los entes allí concentrados notar su Presencia, compartir su Sabiduría, y beneficiarse así del ingente caudal de conocimiento. 

 De aquel germen de consciencia colectiva en que se estaba convirtiendo el Circuito, dependían en gran parte las esperanzas del Gran Vidente, que apenas si salía de aquella estancia.

Había aprendido mucho en los años que siguieron a su adopción en el seno de la sociedad Eldar. 

Mucho había sido el camino recorrido sin duda, redescubriendo la otra mitad de su herencia  negada desde su infancia...pero también sin duda, quedaba aún un camino mucho más largo por recorrer, en el que un mestizo como él, un Bastardo medio humano medio eldar, rechazado por ambos mundos y por sí mismo, debía conseguir conciliar su eterno conflicto interior, y emerger así como un nuevo ser...si eso era posible.

Eldrad así lo creía, y ciertamente había asumido muchos riesgos al tomarlo como Discípulo y enseñarle la Senda del Brujo, y si era capaz de trascender su turbulento pasado, tal vez incluso la Senda del Vidente...no pocos eldar se mostraron horrorizados por esta decisión, pero ninguno de ellos se había atrevido a contradecir abiertamente la decisión del Buscador, puesto que su autoridad y capacidad de liderazgo estaban fuera de toda duda… pero sus miradas los delataban.

Jaulthran pensaba a menudo si tal vez su Maestro no habría cometido su primer fallo al pensar que él de verdad conseguiría alcanzar la meta que le proponía... 

De pronto, mientras esta molesta idea se retorcía como un gusano en su pensamiento, un relámpago cegador estalló en la sala, (o tal vez sólo en su cabeza, que de repente latía con punzadas de dolor casi insoportable) y le siguió de inmediato un estruendo terrible, mientras unas imágenes fueron adquiriendo solidez lentamente ante sus ojos...

…y contempló con horror su cadáver destrozado, observando desde punto de vista impreciso, a cierta altura desde el suelo, con una mueca horrible en su rostro ensangrentado. 

Conforme el punto de vista se iba alejando hacia el cielo, permitía vislumbrar un enorme campo de batalla sembrado de cadáveres de otros muchos eldars, hasta fundirse con el horizonte...

Tan de improvisto como esta imagen surgió, desapareció, llevándose lentamente el dolor, mientras unas espesas gotas de sangre  btotaban de su nariz. 

 Las llamaradas dejaron paso a las facciones duras, bellas e impasibles de Eldrad, que lo miraba fijamente con expresión neutra, y Jaulthran supo por el escalofrío que le recorría la espina dorsal, que lo que su Maestro le iba a comunicar, sería imposible olvidarlo mientras viviera. Totalmente incapaz de moverse, consciente de que era imposible ocultar Nada en absoluto a su interlocutor, y sintiendo de nuevo las oleadas de dolor intenso que precedían a Su Voz Atronadora, esperó con ansiedad.

Así habló Eldrad:

"Lo que te acabo de mostrar, es uno de los muchos Futuros posibles.
Cada vez que piensas que eres incapaz, que fallas, ése futuro se te acerca.

Inexorable, Ineludible.
Eres lo que eres.
 No niegues el poder que tienes, pues aunque las circunstancias de tu nacimiento fueron desgraciadas, Yo no fuí del todo ajeno a ellas.
Te he observado durante largo tiempo, esperando el momento oportuno para recogerte, si eras digno de ello, o para destruirte si caías en la Ruina.
Percibo en tí el potencial que podría convertirte en un Ser singular, que podría dominar lo mejor de dos mundos y aportar Luz a nuestra maltrecha raza cuando Yo no esté...
... capaz tender un puente entre Nosotros y los humanos, los cuáles no carecen de Bondad ni de Poder, pero sí de Sabiduría para obrar correctamente.
Podrías ser una Entidad Nueva y Poderosa... una Esperanza inesperada surgida de un acto de Odio y Violencia.
 Esa Violencia sin sentido  se repite incesantemente, y no podemos eludirla siempre, por mucho que lo intente...
Por eso vamos a la Guerra, de nuevo.
Yo iré. Y esta vez, Tú me acompañarás.
A mí no me queda mucho Tiempo para hacer lo que es debido...y a tí tampoco.
Así que prepárate.
Pues de una forma u otra, hallarás tu Destino en esta Batalla, y arrastrarás a muchos contigo.
Mañana Demostrarás si he hecho lo Correcto al confiar en tí, o darás la razón a los que cuchichean a nuestras espaldas.
Te alzarás, o fracasarás.
Sea cómo sea, prepárate."

Cuando el Vidente terminó de hablar, le dió la espalda y volvió a su anterior emplazamiento, y retomó su meditación, (si es que en realidad la había abandonado en algún momento), expandiendo de nuevo Su poderosa Consciencia por el Circuito Infinito, dejando atrás a un Jaulthran demasiado aterrorizado por las palabras que acababan de pronunciarse como para moverse (si es que en realidad habían sido pronunciadas) y las horrendas imágenes que aún flotaban en el aire envueltas en llamas (si es que en realidad las había contemplado).

 Tal era el efecto que producía el estremecedor contacto directo de la Mente de su Maestro con las consciencias inferiores, lo que los pocos eldar que la habían experimentado denominaban entre murmullos "el Toque de Eldrad", y los individuos de otras razas psíquicamente menos capaces no denominaban de ninguna manera, porque simplemente no eran capaces de soportarlo y morían fulminados de inmediato.

Al cabo de unos largos minutos, cuando su respiración se normalizó y pudo recuperar el control de sí mismo, se limpió la sangre que ya apenas manaba de su nariz, se arrodilló para despedirse, y si este gesto fue advertido por la nueva estatua que se erguía inmóbil en el centro de la sala, no fue correspondido.

Había muchas cosas que hacer, y poco tiempo para disponerlas.

Cuando se hubo marchado, si alguien hubiera observado con suma atención el gesto de la solitaria figura que quedaba en la sala del Circuito Infinito, podría haber confundido la casi imperceptible elevación de su labio superior con una  sonrisa...